Quintanal DÃaz, J. (2018). La Educación Social en
la escuela: un futuro por construir. Madrid: CCS. 154 páginas.
Nuestro paÃs ha vivido en las últimas décadas tantos cambios
en el sistema educativo que, más que renovación, parece hemos agotado las posibilidades
de mejora y de cambio que los partidos polÃticos proyectan en sus programas
electorales.
Por
eso, autores como el que nos ocupa, proponen un análisis del sistema educativo,
de su estructura anquilosada y mastodóntica, para regenerar una escuela anclada
en un modelo obsoleto y que precisa de transformaciones desde las posibilidades
reales, no desde los ideales polÃticos.
El
libro desarrolla su contenido en siete capÃtulos. En ellos se describe una
realidad compleja, el de la Educación Social, cuyo colectivo de profesionales no
acaba de implantar su rol en la educación formal como debiera, y como un
sistema educativo moderno demanda.
La
práctica profesional del educador social ha de ser integrada en la escuela con
un peso especÃfico mucho mayor del que posee, alejándose de las polÃticas de
organización de las instituciones escolares y buscando referentes en la
diversificación profesional de los propios agentes educadores, de la creciente
especialización, pero también en ámbitos de actuación sobre los contextos
familiares, donde a veces el profesor tutor no llega, desvirtuando asà el
carácter formativo que ha de ejercerse en determinados núcleos familiares. Es
la idea principal del primer capÃtulo “Es
hora de integrar la Educación Social en la escuelaâ€. Es necesario apostar
por una figura donde no prime en exclusividad lo instructivo, confiriendo un
matiz social, para que cuestiones que preocupan en la escuela (acoso escolar,
integración de minorÃas, etc.) sean abordadas por estos profesionales y no por
otros.
El
segundo capÃtulo, “La función social de
la educaciónâ€, comienza con una declaración de intenciones cuando se
refiere a la Educación Social como un reto para la escuela. Analiza el marco
contextual y conceptual donde se ha trabajado sobre la incorporación del
educador social a la escuela, como corresponsable con la sociedad y agente
implicado en esa función social. Para ello se enuncian dos principios básicos.
Un primer principio fundamentado en la necesaria integración real, activa y
efectiva en la vida escolar. Un segundo principio, el de la socialización
plena: ya no educa el sujeto ni se educa al sujeto. La educación hoy se hace
más desde el grupo y para el grupo. Por último plantea la respuesta desde el
campo social a las necesidades que tiene la escuela, propuestas contrastadas
por profesionales de la educación de largo recorrido y dilatada experiencia en
este ámbito de la Educación Social.
El
tercer capÃtulo, “La Educación Social en
la enseñanzaâ€, esboza una cuestión primordial: es el propio sistema
educativo quien no se ha cuestionado con rigurosidad integrar en el programa
escolar este desarrollo social que propugna el autor. Se discute sobre la composición
de los equipos docentes, fórmulas nuevas que permitan integrar a otros
profesionales, como son los educadores sociales. La propuesta pedagógica para
esta integración es la génesis de un Plan Social de Centro, de responsabilidad
de este profesional aglutinado al equipo docente, y cuyo contenido se
desarrolla en tres funciones primordiales: educadora, relacional (convivencia)
y comunitaria (social). Para aplicar estos cambios se requiere de una filosofÃa
de trabajo colaborativo, de una nueva cultura escolar con preponderancia de lo
social y, sobre todo, de una escuela regeneradora como agente social
El
capÃtulo cuarto “La normativa social en
la enseñanza†argumenta sobre la tradición literaria de plantear una
función social de la enseñanza como elemento complementario, posicionamiento
totalmente contrario al que propone el autor. Realiza un recorrido histórico,
que se remonta a la Ley Moyano de 1857, para encontrar un referente válido de
su enfoque, con un punto de inflexión en la Institución Libre de Enseñanza, en
el periodo que va desde 1876 hasta 1936, y llegar a 1970 con la Ley General de
Educación que apostaba por el principio de integración social. El autor hace un
recorrido por distintas leyes educativas (LODE, LOGSE, LOE, entre otras)
describiendo los logros y la evolución de esta socialización de la enseñanza en
la legislación educativa española. En 1991 aparece como titulación
universitaria e identificándose como enseñanza no formal y vinculada a la
acción socioeducativa.
No
ignora el autor que las competencias en materia educativa están en manos de las
Comunidades Autónomas, por lo que para evitar el sesgo informativo, repasa con
exhaustividad los logros normativos alcanzados en estos territorios.
Por
último, se encomienda a una visión de la literatura especializada, citando a
numerosos autores que en las últimas décadas se han ocupado y preocupado por la
temática en cuestión.
El
quinto capÃtulo, “Proceso a seguir en la
integración del educador social en el sistema escolarâ€, centra la
importancia del reconocimiento desde la literatura especializada a esta figura
profesional para su inserción es la estructura del sistema educativo. Pero es
preocupante la ausencia de la escuela como ámbito de desarrollo profesional en
los “Documentos Profesionalizadores†de 2007, en lÃnea con la propuesta del
plan de estudios de 1991 de la diplomatura, donde se conferÃa un papel
socioeducativo. Después, bien es cierto, bastantes publicaciones han
reivindicado y justificado la presencia de este profesional en los centros
escolares y en las distintas etapas educativas. Asà se constata en la
actualidad, donde la presencia se asume en el desarrollo de programas
educativos que inciden directamente en la convivencia escolar, pero que lastran
la integración en el programa escolar reglamentario. El acceso al cuerpo
docente, regulado desde 2007 por Real Decreto, también se presta a confusión,
como explica el autor desde la normativa aprobada.
Por
último, aborda los planes de estudio universitarios para demostrar que no
existe una carencia formativa de estos estudiantes, futuros profesionales de la
Educación Social, en cuanto a materias relacionadas directamente con el ámbito
educativo, léase Didáctica General, TeorÃa de la Educación, PsicologÃa del
Aprendizaje o SociologÃa del Aprendizaje. También se hace referencia a las
competencias establecidas para el tÃtulo, donde se analiza pormenorizadamente
las tres funciones aludidas en el capÃtulo 3: educadora, relacional o de
convivencia y comunitaria.
El
sexto capÃtulo, “Integración escolar de
la Educación Social: un programa de actuaciónâ€, precisa cómo debe ser esta
integración: ser uno más en el esquema educativo de la estructura pedagógica. Y
además la determina a que sea una acción
sistemática, de soporte, mediación y transferencia que favorece el desarrollo
de la sociabilidad del sujeto a lo largo de toda la vida. Propone un cambio
necesario del modelo educativo, donde además de los pilares tradicionales,
formativo y de desarrollo personal del sujeto, se añada un tercero: la
socialización del alumnado. Este modelo que propone el autor responde a unos
principios fundamentales, como lo son profesionalizar la enseñanza, enriquecer
los procesos, socializar la convivencia y mejorar el potencial del alumnado.
El
último capÃtulo, bajo el tÃtulo “Una apuesta
de futuroâ€, incide en este momento del cambio que describe un nuevo
panorama, tanto en la sociedad como en la escuela, donde lo social es la
materia pendiente, por lo que ha de incorporarse a la formación de los futuros
maestros, para conseguir efectividad y realismo educativo. Propone, finalmente,
socializar la escuela con un currÃculo adaptado a cada contexto. También
modificar el modelo educativo a los tiempos actuales, con la globalización
primando por encima de otros intereses. Esto supone enriquecer la figura
educadora, incorporando elementos socializadores a su desarrollo y desempeño
profesional. Por último, apuesta por optimizar procesos en esos nuevos
escenarios en donde nos movemos.
Animamos a la
lectura de este libro, con un
argumentario cientÃfico y riguroso de una figura que ha de tomar mayor
preponderancia en el ámbito educativo, no ya como apuesta de futuro, sino de
hoy.
Juan Carlos Sánchez HueteDoctor en FilosofÃa y Ciencias de la Educación. C.E.S. Don Bosco (adscrito a la UCM) jcshuete@cesdonbosco.com